Las pasiones ocultas en los recovecos de las grasas perforar y machacan la explosion de sabor que me produce acariciar una cereza muerta en el descanso del verano, que no alegra ni contamina mis traqueas de flores amarillas, se contenta con quemar cada pestaña putrefacta de mi rimel corrido, por haber mordido con locura el fruto rojo ardiente del deseo oculto, naciente del frio.
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