"En la esencia de todo lo que existe subyace el arte" Ciruelo
"Mantén sucia la estrofa. Escupe dentro" Ángel González

26 de agosto de 2010

Secreto...

Duermo sobre un campo sembrado de margaritas
en las altas cimas de mis sueños,
porque allí soy inalcanzable,
intocable,
reina de mi propio mundo.

lengüetadas de luna


Vi los retazos de la luna muerta esparcidos por el suelo, encerrados dentro de sus cristales submarinos, reflectando su luz etérea hacia las alturas, las infinidades de un espacio vacío, incorpóreo, deshabitado de la vida que palpita entre venas azules y un corazón de pura sangre.
La luna reflejaba su lamento desde el suelo, desde su jaula de pasiones dormidas, inconclusas, de imposibles besos perdidos entre agujas afiladas e hirientes que perfilarán su silueta, su sombra dormida y plagada de misterio, de temores, de obscuros secretos y decepciones.
Torbellinos de espinas que se retuercen sobre ellos mismos con fingido sarcasmo y risas histéricas que palpitan fulminantes en mi cabeza, induciéndome hacia su propia locura y un desequilibrio que me trastorna y tambalea mis cimientos hasta volver pesadas mis piernas, y caigo al suelo, desorientada y confundida, meditabunda en una nebulosa de dudas entre la realidad y el sueño, la psicodelia y el paralelismo hacia una realidad perturbadora que me asusta, ¡me aterroriza de una forma insospechada!
Termino en una vorágine de fuego, aros circenses ardientes atravesados por focas vestidas de payaso, aplausos glamurosos con guantes de seda y caras tristes que se suceden en un universo alterno de desdichas consagradas y graciosas simplemente por el hecho de ser ajenas.
Y despierto entre sudores, sigo arrodillada en la acera tras la caída, el salto extrasensorial de la realidad a la ficción y de nuevo a la seca realidad, palpable, aunque solo parezca un sueño. Continúo arrodillada ante el reflejo de la luna brillante en los charcos que cubren la acera, todo sigue como siempre, dividido en cristalitos rotos de ficción desaparecida, esparcidos por el suelo en lagos de lágrimas celestiales, restos de tristeza y, porqué no, de algún narcótico; y mientras tanto todo es extraño (no diferente, extraño) y sigue dando vueltas a mi alrededor, precipitándose hacia ese abismo de agua y luz que contemplo, me pierdo intentando buscar la única verdad entre tantos poemas de mentiras, por lo que me arrodillo aún más, acercando mi frente al suelo, con benevolencia, como una reverencia al cielo, o al aire, o a la luna, o ¡qué porras!, a la morfina quizás, el caso es que fue con una paz palpitante, mientras que cerraba los ojos al igual que lo hacía para recibir tu boca sobre la mía, y con el afán de incomprensión en el cuerpo, con el universo alterno dando vueltas encima de la quietud retumbante de una realidad demasiado silenciosa y un cosquilleo sorpresivo en la bragueta, mi lengua entró en contacto con el agua, con la luz traspapelada que se quedó allí encerrada tras la mudanza a las alturas, con el sabor de la luna, con los restos de cemento, con mis propios labios reflejados en el espejo acuoso, con el charco de la acera en la noche pálida.

17 de agosto de 2010

Subconsciente


Camino por un espacio carcomido por los restos de humanidad que mi especie ha dejado. Calles desoladas de sentimiento alguno y pobladas de infames deseos de venganza y autodestrucción que se alimentan de sí mismos para ir creciendo, y convertirse en seres palpables ávidos de sangre y tinta.

En el movimiento del viento puedo oir una melodía lastímera y melancólica que me trae sabor a recuerdo. Son tambores de lamentos que agitan sus llantos hacia el cielo y las almas perdidas que vagan de desolación. Una melodía de voces finas y perfiladas que espante a los cuervos de mi negra sombra, pero que no es dulce y penitente, si no que cobija en su interior la furia de unos dioses olvidados y resentidos en óxido, que gritan al odio de los avasallados, buscando clemente destrucción y matanza como purga por la sangre ya derramada. Unos dioses que gurgutan y me atormentan en mi propia imaginación con voces desgarradas y sus propias caras bañadas en el néctar escarlata de vida y muerte. Festines y apogeos de gran guerra, y, ¿Cómo pararlos si ellos mismos mueven mis hilos desde el subsconsciente para que mis piernas anden, y mi cuerpo camine por las calles, devastadas y vacías, gastadas de cuerpos ausentes? ¿Cómo pararlos si son las bestias de mi propio remordimiento, enlatados en botella de vino Bourgogn en un carnaval de realidad disfrazada?

Mar


El rumor incansable del oleaje doblega mi pasión por la vida. Es la furia de cien bestias marinas que se revuelven en las profundidasdes, frenéticas y furibundas, ansiosas por porciones calientes de carne que llevarse a las entrañas. Son la fiereza de miles de dioses alzados en armas que aúllan muerte entre sus aguas, que lanzan sus tridentes de fuegos vengativos a las marejadas para que lleguen con las olas, que exploten furiosas en los cuerpos de arena que montarán en cólera, que se levantarán de la nada para castigar con sangre y latigazos a los que se arrastran, los míseros condenados.

11 de agosto de 2010

Piel


Me perdí en el suave tacto de tu piel de caramelo cuando observar dejó de ser suficiente, y el delirio que ello me produjo recorrió mi espalda como un latigazo con incrustaciones placenteras de dolor ajado. Besarte un hombro se convirtió en el mayor de los pecados capitales a los que podía aspirar, atrapar la espuma de tu dermis entre mis labios sería toxina y cura en una misma cucharada; la medicina que calme mi alma, el sabor que me arrastre a la adicción. Piel clara, piel blanca, piel tierna; su palidez cremosa, suave, no enfermiza, como el corazón de una manzana o un melocotón, la espuma de un expreso recién cortado. Un dulce susurro de terciopelo que incita a las caricias, a un beso casto y delicioso, para poder enterrarme en el olor de tus poros y no despertar hasta mañana. Quiero comprender el porqué de las calideces blancas en las nieves de tus pómulos, y besarte hasta verterlas de sangre, de carmín rosado que también perla los besos. Comprender el porqué de esa adicción engañosa y venenosa que me distrae, que me concentra, que me incita a la locura.

7 de agosto de 2010

ANATOMÍA

Por los nenúfares, por los llantos perdidos, por la búsqueda de mi tesoro... dividiré en porciones la suavidad de tus manos para esparcerla por mi cuerpo, y que ninguna parte se quede sin tu tacto, que es avena y miel, que calma todas mis heridas, por dentro y por fuera, que rasga todas mis inquietudes, palpitantes por sadismo en la partícula diminuta que configura mi fémur. Porque solo la anatomía interna tiene mi respuesta, respuesta a una pregunta no planteada, respuesta a un mundo inexistente.
Porque solo tu anatomía interna me da la vida.

Burbujas

Una burbuja de pensamiento. Verde que se junta con el rosa, amarillo que abandona su pigmento. Cientos de colores en uno, bailando juntos un baile victoriano a paso de rock, que se juntan para dar ningún color. Ambiente absorvido en una esfera de tiempo flotante y suspendido que gira y rebota en lo que podría haber sido un excremento de murciélago o una barrita quemagrasas de cualquier mujer fofa de gimnasio que sin embargo sigue comiendo por las noches.
Un meteoro de lenguas jabonosas persiguiendo su tersura al aire huidiza, porque solo busca, solo ansía libertad, llegada a un mundo lejano que se haya en el subconsciente de cuanto soldado caído que haya atormentado la sonrisa de un niño. Y solo su juguete, objeto magistral de cuantos mi alma anciana haya visto, tendrá poder de sueños para suspenderlo al mar de alegrías que alberga un corazón frágil de plumas. Y llegará así al cielo alto, volando no se sabe muy bien cómo, como una pantera o como un pato, al tejado de caricias perdidas de las nubes, o al lugar donde la pompa descansa, muerta en explosión de creación destructiva, que lo es todo y nada, que separará de a una los colores para esparcirlos por el mundo, porque una vida en blanco y negro es triste, y mi halcón portuario de bello plumaje gris no podría soportarlo.

One.

En el amasijo de hierro donde tus costuras se juntan con las mías aparecerá la furia del que fue titán naufragado de los sentidos.
Un baño de sangre armonioso, catastrófico, expectante. Y mientras el humo se arremolina en mi cabeza como zeppelins de nitrato, mis uñitas juguetonas huyen guiando mi pie hacia tu pierna, de caricia sosegada y furiosa, ahogada del líquido que surca mi pecho y explota con fuegos por todo mi cuerpo a la velocidad de la adrenalina en un orgasmo.
¿Un gemido o un grito? La muerte se encuentra sola.
El beso ha sido frio.

Mía

Adormilada y serena, en la cúspide de mi torre placentera, de vigas de besos y caricias. Mujer de vida alegre, te contemplo entre mis sábanas, y la imperfección de tu pecho, triste y decaído, de tus caderas mecedoras y tu sonrisa apagada me cautiva, me enamora. Muerdo cada labio que te encuentro pensando en engullir cada uno de tus dientes, en desfigurarte la cara con la furia contenida en la explosión de mi sexo enloquecido, ¡embravecido de deseo! Porque solo yo te amo con la sangre envenenada, porque solo yo lo hago con gritos desgarrados de mudo, con cada pestaña perdida y cada beso de sabor limón. No saques los tacones esta noche, mujer, no busques las tentación entre mis calles, caminas bajo las luces rojas de un alba peatonal nocturno. Porque yo te amo, mi mujer alegre, mientras dormitas en mis mantas.

6 de agosto de 2010

Invierno

Abraza la sensación fría del invierno,
de un corazón dormido y templado.
Sueña, y disfruta de las caricias
que proporciona el sosiego.

sustancia de la vida


Si me estremezco en el columpio
de las lágrimas al recorrer
juguetonas la caricia
de un disgusto profundo,
Si recuerdo infeliz
las memorias de un consuelo,
un pasado ya olvidado
que me procura felicidad,
es por no descubrir
al momento de mi muerte
que ya estaba muerta en vida.