Si pudiera embotellar este momento... encerrarlo en una cápsula que lo separe del tiempo, del espacio, que sea solo mío como una mariposa atrapada en un cristal. Y llegar a mi habitación y con el silencio como único testigo del secreto, abrirla confidente, como si fuera una travesura infantil, para disfrutar de nuevo ese momento, para que nunca acabe. Y con libreta a mano y bolígrafo rojo aprovechar las palabras que me susurran las musas entre cada algodón del sueño.
Abrir la puerta de mi habitación y aparecer en un tren con destino a los recuerdos, observar la ventanilla que huye del paisaje con verdes arboledas de olor manzana y madera vieja. Aparecer en el espacio suspendido de un acantilado, entre marejadas bravas y cielos escarlata. Despertar nadando en un abrazo, perderme en un simple paseo a los largo de un sendero, de un parque, de una vida. Que traspasa mis paredes y se camufla entre las sábanas de mi cama. Y cerrar la puerta y perderlo todo, porque el tarro se ha perdido, porque la botella se ha roto.