Los imperfectos y escasos espacios libres del polvo de las nubes reflejaban un rostro frio. Frio de vida y ausente de la existencia misma. Aquel espejo había dejado de ser algo físico, era un espejo que reflejaba el alma, o lo poco que quedaba de ella. Reflejaba la putrefacta silueta de una vida carcomida, bapuleada, asqueada. De una vida torturada por los vicios nacidos del odio ajeno.
Acercó su cara al espejo para ver de nuevo los mordiscos que la muerte le iba sembrando por el rostro, devorándolo lentamente, sumiéndolo en un remolino tan profundo que ya había perdido la salida. Un remolino que le lleva a la destrucción misma, hacia una implosión en el vacío de sus vicios.
Se balanceó sobre el precipicio de la lucidez, pero la gravedad del abismo adictivo era demasiado fuerte para ignorarlo y cayó de nuevo en su eterno pecado. Se reclinó sobre el espejo y esnifó la sonrisa recta de la muerte, blanca como el marfil, dulce como la droga.
"...polvo de las nubes reflejaban un rostro frio. Frio de vida y ausente de la existencia misma."
ResponderEliminar"hacia una implosión en el vacío de sus vicios."
"Se reclinó sobre el espejo y esnifó la sonrisa recta de la muerte, blanca como el marfil, dulce como la droga."
JO-DER
*aplausos*
"He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura,
ResponderEliminarfamélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico
chute de heroína
pasotas de cabeza de ángel .." (Ginsberg)
Sí, retratas muy bien el patetismo del cocainómano, pero..
¿Cuánta de la cultura que consumimos ha sido ideada desde las drogas?
De todos modos, la mejor droga es la imaginación
dee dee
magistral
ResponderEliminarlo mejor que he leido en semanas
gran poder de descripcion poetico el tuyo