Por los nenúfares, por los llantos perdidos, por la búsqueda de mi tesoro... dividiré en porciones la suavidad de tus manos para esparcerla por mi cuerpo, y que ninguna parte se quede sin tu tacto, que es avena y miel, que calma todas mis heridas, por dentro y por fuera, que rasga todas mis inquietudes, palpitantes por sadismo en la partícula diminuta que configura mi fémur. Porque solo la anatomía interna tiene mi respuesta, respuesta a una pregunta no planteada, respuesta a un mundo inexistente.
Porque solo tu anatomía interna me da la vida.
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